domingo, 6 de julio de 2008

Robert Smith: El ultimo musico

Con un facilísmo que quizás responda a un historicismo pedagógico, no son pocos los cronistas dedicados al seguimiento de emergentes culturales los que califican a la corriente musical que responde al nombre de After Punk, Post Punk, Dark, Gothic Rock, etc. como al resultado inmediato del punk. Sin embargo el corte no es tan tajante. Muchas cosas seguían, por debajo, uniendo aquella eclosión de fines de los ‘70 con la propuesta más interesante de los ‘80.

A modo de introducción, trataré de explicar por qué el término Post Punk me parece el más ajustado para calificar a un número (bastante reducido) de bandas que aparecieron en Inglaterra allá por la década del ochenta.
Produciéndose una especie de implosión, la escena se volvió introvertida, oscura, obtusa. Si las metáforas ayudan a clarificar la cuestión, digamos que el rabioso perro punk, cansado de mostrar su espuma, se autoconfinó a una celda oscura y húmeda para dedicarse un poco a lo que le pasaba por dentro. Apocalíptico, cadavérico, con pocos síntomas de vitalidad, egoísta, lejos de abonar utopías, nada solidario y reivindicador del existencialismo, el mismo perro que asustaba por su estrecha relación con un público activo y protestante, ahora firmaba un contrato más frío, casi voyeurista, con un público descreído, casi nihilista, una especie de desertores del ejercito punk. Si el punk gritaba al mundo “No se olvidaran de mí, soy la pesadilla que ustedes crearon”, el post punk le gritaba, a ese mismo mundo, “Olvidense de mí, no los necesito”.

La lista de grupos que musicalizaron esta percepción del mundo podría ser demasiado flexible y ella podría incluir, desde entonces hasta el presente, distintos nombres que con diferentes tonos han de sumarse a cierta manera de fijar sus miradas en la sombra: Siouxie and the Banshees, The Lords of The New Church, Nick Cave, Bauhaus, The Mission, Sisters of Mercy, The Jesus & Mary Chain y hasta el presente Marilyn Mason. Por supuesto que en estos términos la lista podría ampliarse y acortarse según el análisis; bien sería injusto dejar afuera, entre otros, por ejemplo, al Black Celebration de Depeche Mode, y bien podría alguien advertir sin miedo a equivocarse que en la dilatada carrera de muchos de estos artistas hubo cosas que no respondieron estrictamente a los parámetros de lo sombrío, oscuro, existencialista, dark o como quieran llamarle. Pero está de más anunciar que este escrito está lejos de un tratado sobre el Post Punk. Simplemente intenta revisar las etapas fundamentales de uno de los grupos más importantes en este sentido. Un grupo que, luego de la extensa introducción, toma el absoluto protagonismo de estas líneas. Señoras y señores:

“The Cure”

The Cure

Nada de detalles biográficos, para eso hay libros como el de Iñaki Zarata que bien cumple con esa función. Nos dedicaremos a analizar básicamente la discografía de la banda en el periodo 79 - 86, ya que, en una opinión muy personal, esos siete años condensan lo más importante del proceso “curativo”.

¿Por qué Cure? Según Robert Smith (cantante y guitarrista del grupo) querían curar al enfermizo mundo que simbolizaban los Rod Stewart, los Queen, etc. El intento fue claro, luchar por conservar el autonomismo punk, pero con una visión más abierta en forma y más introspectiva en concepto. Deformar el pop y llegar a extremos del rock no “rockero”.

Con las complicaciones coloridas que figuran en toda biografía, la gestación de Cure pasó por nombres como The Crawlwy Goat Band, The Obelisk y The Easy Cure, nombres que sólo puede que le suenen a los fanáticos de la banda que se encargaron de rastrear las raíces de aquel muchacho criado en el seno de una familia de clase media en la ciudad de Sussex (Inglaterra) entre los discos que su hermano mayor tenía del mítico Jimmy Hendrix.
Dejando de lado las anécdotas vamos a la llegada de The Cure a las discográficas. Enviados demos de Boys don’t Cry y 10:15 Saturday Night a los sellos más importantes, sólo contestó Phonogram. Allí se encargó de la producción Chris Parry quien ya tenía en cartera a Siouxie and the Banshees y a The Jam. Así abandonaban el pueblo para pasar a tocar con los ya conocidos Wire, Generation X (de Billy Idol) y los UK Subs. 1979 era coronado con la actuación en el Marquee compartiendo escenario con Joy Division y el lanzamiento del primer LP: Three Imaginary Boys.

T. I. B. se presentaba como un disco de concepción variada. Partiendo desde la portada, (de la cual Smith reniega aun hoy) con fondo rosa y tres electrodomésticos que representaban al trío, hasta su contenido, el disco presentó los problemas deRobert Smith muchos primeros discos. “Hay gente que alaba la diversidad y eso es exactamente lo que no me gusta. Parecía un disco recopilatorio” diría Smith refiriéndose a su primer álbum. Igualmente hay que destacar que este disco contiene un pop diferente, fresco, personal, desprovisto de virtuosismos y más que interesante. Fire in Cairo, Boys don’t Cry y el guiño intelectual de Killing an Arab inspirado en el cuento de Camus “El Extranjero” son algunas de las cosas que ese disco nos legara.

´80 - ´81 serían los años de Seventeen Seconds y Faith. Para entonces era evidente la influencia que los clásicos de la literatura inglesa del siglo XIX (Wilde, Shelley, Dylan Thomas, etc) tenían en la poesía del grupo. Para Seventeen Seconds habían logrado alejar a Parry del estudio y del diseño de tapa. “Algo inspirado en Nick Drake, con el sonido claro y acabado del Low de Bowie” fue el deseo de Smith. Cabe remarcar la entrada de Simon Gallup en el bajo que, para esta época, insuflaría una firmeza vertebral en las composiciones del grupo. The Final Sound, 17 segundos, A Reflection, Secrets y el impecable A Forest dieron, entre otros, una atmósfera particularmente sombría que formaría parte de una trilogía discográfica memorable que cerraría su ciclo con Pornography.

Robert SmithFaith continuó la tradición Cure de editar sus LP para la primavera. Anticomercial, desde su tapa hasta su contenido, Faith parecía arrastrarse por un fondo oscuro en el que se sentían cómodos. De allí: Primary , A Funeral Party, Other Voices, etc. Ese mismo año trabajarían también en el sonido del film minimalista de Ric Gallup: Carnage Visor.

1982 cierra la trilogía, que fue del gris al más oscuro de los negros, con Pornography . Polydor había intentado entrar al mercado yanqui con un doble llamado Happily Ever After que contenía 17 segundos y Fe, sin embargo fue demasiado frío el recibimiento que la gira Picture Tour tuvo en países como EE. UU. Australia, Francia y Canadá. Pornograpy, conteniendo temas como Siamese Twins, One Hundred Years y Cold, estuvo a punto de convertirse en el último disco de los Cure. Violencia contenida, desgarramiento, acidez, obsesión; Pornography era el fondo absoluto. Como si el contenido del disco se hubiese desbordado, el presente se tornó caótico. Smith llegó a declarar “Lo que venía siendo una experiencia jovial, se ha tornado agresivo”. O todos corrían a internarse a un asilo para grupos con desequilibrios o The Cure estallaba. Y lo segundo ocurrió. Robert Smith, Lol Tolhurst y Simon Gallup dividieron sus caminos después de un ensayo turbulento en una sala de Bélgica. La tirantez entre la ideología y las responsabilidades comerciales se tornó inmanejable; el resultado fue bastante previsible. Parry estaba desesperado, ahora que The Cure había empezado a ser rentable, les agarraba un ataque de individualismo existencial.

Después del asueto, el dúo de base volvió a encontrarse, Tolhurst cambió la batería por los teclados y Smith estaba con nuevas inquietudes. La electrónica daba una mano importante y Japannese Whispers se concretaba para tranquilidad de muchos. Costó mucho convencer a Robert de que no cortara tan drásticamente con el pasado; inclusive quería firmar el primer single Let’s Go to Bed y Just one Kiss con el nombre de Ex Cure, Recure o algo así, pero el esfuerzo de Parry valió la pena; el single fue un éxito y éste se completó con la llegada del cineasta Tim Pope que, a través de sendos videos, se transformaría en el conductor de la imagen del grupo, una imagen donde el humor bizarro y la fantasía infantil iban a jugar un papel importante.

Antes de Japannese la confusión era grande, Smith intentó una experiencia con el Banshee Severin que bautizó The Glove (sólo duro un LP “Blue Sunshine”) y llegó a declarar: “Los Cure entendidos como una idea, un instinto, han terminado probablemente su vida útil. Hubiera sido una rareza grabar un éxito. A Forest estuvo a punto de conseguirlo, si lo hubiéramos publicado unos años después, podríamos haber sido unos Tears for Fears”.

Acelerando el recorrido llegamos a 1984 con The Top, después de la división de aguas que produjera el Japannese, The Cure se acercaba a la cima creativa; catalogado por muchos como disco de transición, basta con repasar nombres como The Caterpillar, Dressing Up, Shake Dog Shake o el mismo The Top para reconocer que el disco fue mucho más que eso, fue la vuelta de un Smith con todas las luces y todas las “sombras” de un modo envidiable. De vuelta a tierra firme, un plácido aroma a obra de arte del comienzo al final de cada surco.
cure2.jpg (36828 bytes)El paso siguiente sería la grabación de Concert - The Cure Live que rescataba lo realizado en la última gira. Idas, vueltas, experimentos como ese casete Live que reunía «anomalies» desde el 77 al 84, el alejamiento definitivo de Smith de la banda de Siouxie durante la grabación de Hyaena, gente que llegó, gente que se fue y, después de todo eso, La cabeza en la Puerta.

The Head on The Door: la manera más exquisita de hacer efectivo un pop renovado, original, inteligente y a la vez fiel a la sensibilidad de ese mundo introvertido. La cima estética, la cima sónica: In Between Days, Six Differents Ways, Close to Me (que llevó a The Cure a ser conocido en todos los rincones del planeta), The Blood, etc, etc, todas maravillas diferentes que se apoyaban sobre un mismo telón de fondo. Todos los detalles de un disco piramidal, básico, histórico. El diamante alcanzaba su máximo esplendor gracias el arte del tallado de Smith, Tolhurst, Gallup (que volvía después del distanciamiento), Williams y Thompson.

El resto de la historia, de la que sería injusto decir que nada valió la pena, continúa aun hoy, pero la esencia de estas páginas fue, básicamente, rescatar lo que rescatara en forma de disco, en 1986, Standing on a Beach (compilación de algunos de los temas del grupo en el periodo 79 - 85).

The Cure hizo un giro histórico de guitarras con flanger, hizo que muchas cabezas se abríeran al medio buscando la belleza de las sombras, hizo que un soplo desganado de oxígeno revitalizara las venas de un panorama endurecido por el falso brillo, hizo su audiencia más de lo que se le puede pedir a un producto cultural; hizo posible la renovación de una percepción esperanzada en la existencia de otras sensibilidades posibles. Jugando con los grises nos puso la cabeza en la puerta de un panorama lleno de colores indefinidos creando paisajes de desbordante belleza.

tano